Un día cualquiera decides ponerte manos a la obra y colgar por fin ese cuadro que tienes apoyado contra la pared, no parece muy difícil, tienes un taladro, alcayatas y hembrillas, sabes además que tienes que poner un nivel para que la cosa quede derechita. Es enchufar el taladro y empiezan los problemas… después de un rato de taladro y desconchar la pared no hay manera de ajustar la alcayata en el agujero, empiezas a preguntarte si el cuelga fácil hubiera soportado el peso del cuadro o que quizás no quede tan mal en el suelo, ninguna solución al desastre a la vista hasta que alguien con mayor conocimiento en la materia te cuenta que lo que necesitas es un tojino. Algo tan sencillo y práctico como un tojino pero que a ti no se te había ocurrido. No podíamos tener en cuenta el valor del tojino si no lo conocíamos, ¿quién iba a pensar que estuviesen allí?, en los agujeros de las paredes, detrás de todos los cuadros…
Ha quedado claro que no somos expertos en tareas de bricolaje pero si lo somos en moda y sostenibilidad, es ahí donde podemos aportar nuestro granito de arena.
La mayor parte de las personas de nuestra sociedad participamos de una u otra manera de la moda y todas somos piezas claves en su desarrollo, como productores algunas y como consumidoras la mayoría.
Al igual que el bricolaje no es sólo taladro y alcayatas la moda sostenible no es sólo tejidos ecológicos y producción ética, todas son cuestiones fundamentales e indispensables, pero es necesario disponer de una visión más amplia para poder observar todas las partes implicadas, conocerlas, valorarlas y requerirlas en nuestro consumo. Esta metáfora o comparación entre moda y bricolaje nos sirve de pie para escribir una serie de artículos donde poder hablar de moda sostenible. Nos pasa a veces, hablando con amigas y amigos, que observamos, que aun siendo personas comprometidas o preocupadas por el desarrollo sostenible y el cuidado y respeto por nuestro entorno y en ocasiones incluso trabajadoras de la industria textil, en realidad su conocimiento sobre lo que la moda ética es hoy en día, y llegará a ser en un futuro, responde la mayor parte de las veces a clichés relacionados con el uso de tejidos ecológicos y no explotación de las personas implicadas en la producción y ahí se queda lo que para ellos es la moda sostenible.
No nos confundamos (repetimos por si no queda claro) estos son dos principios fundamentales e indispensables sobre los que se basa la moda sostenible por definición, como tal deben ser atendidos y estudiados, pero no son los únicos.
Según palabras de Kate Flacher y Lynda Grose, expertas en la materia “La sostenibilidad plantea la mayor crítica a la que ha tenido que enfrentarse nunca el sector de la moda, pues cuestiona la industria en detalle (la fibra textil y el proceso) pero también en general (modelos económicos, objetivos, reglas, sistemas de valores y creencias). Como tal, tiene el potencial de cambiar el sector de raíz, influyendo en todos los que trabajan en él y en todos aquellos que se relacionan con el mundo de la moda y de los textiles de manera regular. Sin embargo, a menudo se obvia la capacidad transformadora que tiene la sostenibilidad para la moda y se opta por realizar ajustes en el funcionamiento más directo”